miércoles, 29 de abril de 2009

LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO Parte I

El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
a proclamar liberación a los cautivos
y libertad a los prisioneros,
2 a pregonar el año del favor del Señor
y el día de la venganza de nuestro Dios,
a consolar a todos los que están de duelo,
3 y a confortar a los dolientes de Sión.
Me ha enviado a darles una corona
en vez de cenizas,
aceite de alegría
en vez de luto,
traje de fiesta
en vez de espíritu de desaliento.
Serán llamados robles de justicia,
plantío del Señor, para mostrar su gloria.

Isaías 61: 1-3 NVI

Esta palabra fue dada al profeta Isaías cientos años antes del nacimiento de Jesús, la profecía habla principalmente del Espíritu Santo y de su Poder que serían enviados sobre el Hijo del Hombre para que cumpliese el cometido que le fue encomendado por el Padre esto es, salvar al hombre.

Aunque parezca increíble, Jesús siendo el Hijo de Dios se había vaciado de su poder y divinidad para vivir y servir en la Tierra en la condición de cualquier hombre (vea Filipenses 2:7)

Él necesitaba de la persona y del poder del Espíritu Santo para poder llevar a cabo su obra.

El día de su bautismo en las aguas del río Jordán el Espíritu vino descendió sobre él en forma de paloma, Juan lo vio y testificó: Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él. 33 Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece, es el que bautiza con el Espíritu Santo.” 34 Yo lo he visto y por eso testifico que éste es el Hijo de Dios. Juan 1: 32-34

Es seguro que Juan estaba recordando el pasaje de Génesis en el cual Noé envió desde el arca una paloma la cual regresaba a él porque no hallaba donde posarse por estar todo cubierto por las aguas del diluvio, la envió por segunda vez y esta nuevamente regresó pero con una rama de olivo en su pico lo cual nos habla de la paz entre Dios y el hombre, la envió una tercera vez y la paloma no regresó porque encontró tierra segura en la cual permanecer.

Jesús fue la tierra sobre la cual el Espíritu descendió y reposó para siempre y esto nos enseña sobre lo que es y no es la Unción.

El bautismo y la llenura nos hablan de agua y como sucede con ella, fácilmente pasa de nosotros, si no fuese así, el apóstol Pablo no tendría necesidad de mandarnos a estar continuamente llenos (Efesios 5: 18) Si alguien está limpio y está vacío solo tiene que entrar en el agua y será lleno.

Pero la Unción es otra cosa, no nos habla de agua sino de aceite, el agua puede llegar poderosa, abundante, vivificante, limpiadora pero el aceite se queda, se detiene, se absorbe, no se desliza rápido como el agua sino que permanece sobre nosotros.

Todo lo que sea tocado por el aceite queda manchado, marcado, impregnado de su sustancia y de su fragancia.

La palabra hebrea mashaj (de la cual viene la palabra Mesías) significa literalmente “untar”. Se derramaba y se untaba aceite de oliva mezclado con esencias como perfume con fines consagratorios, medicinales y como un acto de aceptación y alegre recibimiento en la intimidad del hogar.

Ahora te diré qué y quién es la Unción, la Unción es el Poder de Dios, pero la Unción es Dios en su Poder.

La palabra Cristo en griego, Mesías en hebreo significa “el Ungido” y esa palabra pasó a formar parte del Nombre del Hijo de Dios: Jesús el Ungido o Jesucristo como mayormente le conocemos.

La Roca sobre la cual Él edifica su Iglesia: Jesús cuyo nombre significa eterno Salvador, el Hijo del Hombre, es el Ungido con el Espíritu Santo (el Cristo), el Hijo del Dios viviente.

¿Sabes? El Espíritu es la fuerza que nos impele, nos da impulso para ir, movernos, actuar, arrancar, derribar, destruir, sembrar, edificar, cosechar, etc.

En la Biblia encontramos expresiones como:

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto. Lucas 4: 1


Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu, 4: 14


¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, Hebreos 9:14


El Espíritu le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro. Hechos 8:29


Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Hechos 10:38 


Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él 1 Juan 2: 20 y 27 VRV.


La Unción del Espíritu nos impulsa a, nos dice cuando, como, donde, nos enseña, nos señorea, luego no es un qué sino un quien, nos da buenas noticias, nos sana, nos liberta, cambia nuestro camino y nuestra circunstancia, nos quita el luto y nos da gozo, alegría, sin ella alguien que se llame cristiano (gente de la Unción) no debería poder vivir.

Es increíble que nos conformemos con “buenos” mensajes o enseñanzas o “excelentes” canciones o conciertos de gente que tiene talentos y dones pero que no tienen Unción.

Los que conocen y aman la Unción no se conforman, saben que falta lo principal, no pueden sentirse bien si ella no está.

Fíjate que aunque nosotros ministramos la Unción y ministramos en ella, nosotros no mandamos a la Unción sino que ella nos manda a nosotros. Nosotros solo somos vasos o instrumentos.

Nuestro trabajo como ministros consiste principalmente en ser sensibles a la Unción para saber qué quiere el Espíritu Santo, a dónde nos lleva, cuándo quiere que se haga algo y qué.

Cuando un ministerio funciona de esta forma puede “fluir” en el Espíritu. Él, la Unción viene para gobernar, dirigir y dar poder. Él no va a ungir ni bendecir nuestras grandes ideas, ¡Él viene a darnos las ideas! El Espíritu Santo no viene a ayudarnos en nuestro ministerio, ¡Él viene a señorear nuestras vidas y ministerios!

Ahora la Unción viene del Ungido, nadie que no esté bajo su señorío va a recibir la Unción.

PRÓXIMO POST: La Unción del Espíritu Santo II - Cómo recibir la Unción

Pastor Enrique Bustillos
NOTA: Este material solo podrá ser reproducido citando a su autor.

sábado, 11 de abril de 2009

Bautizados en su Espíritu









Sin duda que uno de los eventos más importantes en un Avivamiento y en la vida de todo cristiano es el Bautismo en el Espíritu Santo y veo que muchos tienen interrogantes y preocupaciones válidas y honestas sobre el tema que ameritan ser respondidas desde una perspectiva que sea lo menos sesgada y prejuiciada posible.

Pero, ¿a qué se refiere la Biblia cuando habla de bautismo?

Vine, en su Diccionario Exegético de Palabras del NT, (no te asustes, solo se trata de un excelente lingüista, acudimos a él porque el Nuevo Testamento fue originalmente escrito en griego) nos dice que Baptisma (en griego) consiste en el proceso de inmersión, sumersión, y emergencia ( viene de bapto, mojar, empapar). Se usa: (a) del bautismo de Juan, (b) del bautismo cristiano, (c) de los abrumadores sufrimientos y juicio a los que se sometió voluntariamente el Señor en la cruz (p.ej., Lc 12.50); (d) de los sufrimientos que iban a experimentar sus seguidores, no de un carácter vicario, sino en comunión con los sufrimientos del Señor de ellos. Algunos mss. tienen esta palabra en Mt 20.22,23; se usa en Mc 10.38,39 con este significado.

Otro nombre para bautismo es Baptismos en distinción a baptisma, la ordenanza, se usa del lavamiento ceremonial de artículos (Mc 7.4, 8, en algunos textos; Heb 9.10; una vez en un sentido general, Heb 6.2).

También estaba el verbo Baptizo bautizar, primariamente forma frecuentativa de bapto, mojar. Se usaba entre los griegos del teñido de vestidos, de sacar agua introduciendo una vasija en otra más grande, etc. Plutarco la usa de sacar vino introduciendo la copa en el cuenco Vine, W. (2000, c1999). Vine diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo (electronic ed.). Nashville: Editorial Caribe.

Ok, ya podemos darnos una idea de lo que significaba en ese tiempo para ellos eso de bautizar y no es difícil entender que la idea era de sumergir algo o a alguien en agua o en cualquier otro líquido, así que ser bautizado en el Espíritu Santo significa sin duda ser sumergido en Él.

La idea de un poco o un chorrito de agua derramada sobre alguien queda afuera ante este testimonio, se necesita mucha o una cantidad suficiente de agua para poder ser sumergido, la idea de los griegos es muy buena (sacar agua introduciendo una vasija en otra más grande) ¿Tú nunca lo has hecho? Sacar vino introduciendo la copa en el cuenco, práctico y fácil ¿verdad?
Ahora bien, veamos lo que dicen las Escrituras:

Juan el bautista dijo lo siguiente de Jesucristo: "Yo a la verdad os bautizo en agua (en el río Jordán) para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego." Mateo 3: 11
El mismo Juan también dijo en Juan 1: 33: "Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo".

Y también dice la Biblia: "Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados". Juan 3: 23

Resulta bastante obvio que para Juan el Bautista quien bautizaba (sumergía) en agua a los que se arrepentían de sus pecados la idea de bautizar tenía una imagen muy clara: un río, o un lugar con suficiente agua como para poder efectuar la inmersión o sumersión de una persona en dicho elemento. Si quieres puedes Ezequiel capítulo 47.

Ahora bien, para los cristianos evangélicos resulta difícil aceptar la idea de un bautismo con una pequeña aspersión de agua pero al mismo tiempo no piensan que para que se efectúe un bautismo en el Espíritu Santo, este mismo tiene que estar allí a plenitud (la Biblia habla de llenar la casa, el tabernáculo, el templo, etc.) en ese lugar.

En Hechos 1: Jesús resucitado manda a sus discípulos a no dejara Jerusalén, que tenían que esperar la promesa del Padre y para describirla cita asombrosamente las palabras de Juan el bautista pero invierte los términos: "Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días".

Perdónenme si tengo que exclamar: ¡Guau, tremendo, que bárbaro mis hermanos!
Me asombré más aun cuando leí en Hechos 2: 2 y 4 que en el día de Pentecostés, la casa donde estaban los discípulos reunidos fue llena antes que las personas. ¡Oh my God!

"1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo" Hch 2.1-4

Sabes, hace unos 5 años cuando asistí por primera vez al entonces llamado Congreso de Avivamiento en Bogotá, hubo algo que sentí allí y me tenía sobrecogido y asombrado, todo el lugar, la atmósfera toda de aquel recinto estaba llena (ungida) del Espíritu de Dios. En la medida que se alababa, mientras los Pastores Rodríguez, predicaban, las aguas subían más y más y yo oraba, clamaba en una oración que para alguien con más de 20 años en el evangelio, bautizado en el Espíritu y hablador de lenguas resultaba muy extraña: Dame a ti, dame a ti, sollozaba yo aquella noche, no entendía porqué pedía así hasta que de pronto me di cuenta que yo lo estaba pidiendo a Él, yo quería, necesitaba desesperadamente al Espíritu de Dios, que viniera, que me llenara, que me cubriera, era verdadera sed de Él lo que sentí esa noche. ¡Tremendo mis hermanos!

¿Una ocasión o evento muy especial? No, mis hermanos, lo seguimos experimentando en cada servicio o cada vez que vamos a nuestro lugar secreto y lo llamamos.

El etíope, después de escuchar y creer la buena noticia le dijo a Felipe al llegar a un lugar con suficiente agua: "Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?" Hechos 8:36

Cuando llamamos al Espíritu Santo al lugar donde estamos, Él viene en persona, Jesús afirmó que no nos dejaría solos, que enviaría a otro Consolador (Parákletos en griego) palabra que significa: Alguien a quien tú llamas para que venga a tu lado, Vine (¿recuerdas el lingüista) dice que el verbo griego paraklesis significa: llamamiento a lado de uno (para, al lado; kaleo, llamar) Vine, W. (2000, c1999). Vine diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo (electronic ed.). Nashville: Editorial Caribe.

Si le preparamos un lugar, si le llamamos a Él, si le esperamos y recibimos como quien Él es, el Espíritu Santo vendrá a ese lugar y si seguimos su guía y dirección, llenará el lugar tal como antes llenaba el tabernáculo o el templo y todos podremos ser llenos.

Sabes, nadie se ahoga en poca agua, muchos no son llenos porque en vez de llamarlo a Él se desviven y se frustran pidiendo un don determinado, ¿sabes? una cosa son los dones del Espíritu y otra el mejor de los dones ¡el Espirítu mismo!

Si hay aguas y estas suben, pídele a Jesús el bautista (¿me permiten ese término? Juan dijo que Jesús nos bautizaría) que te sumerja, que te meta tan profundo que todas sus ondas pasen sobre tí, ¿sabes que pasa cuándo estás en medio de un río profundo y poderoso? pues que te ahogas, te sumerges, ya no hay fuerzas, no puedes luchar, no puedes ir a donde quieras, el río te lleva a tí y no tú al río y el río de Dios es Dios mismo, te llenará de su vida y salud, te revelará su amistad y su amor.

Jesucristo bautízame en tu Espíritu, lléname hoy otra vez, Espíritu Santo ven. Padre, recibo tu promesa en el nombre de Jesús. Amén

NOTA: Este material solo podrá ser reproducido citando a su autor.